La OMS reconoce oficialmente la noma como una enfermedad tropical desatendida
Martes, 09 de Enero de 2024
En una acción decisiva para luchar contra uno de los problemas de salud más desapercibidos del mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha anunciado la inclusión de la noma (cancrum oris o estomatitis gangrenosa) en su lista oficial de enfermedades tropicales desatendidas (ETD). Esta decisión, que fue recomendada por la 17.ª reunión del Grupo Consultivo Estratégico y Técnico sobre Enfermedades Tropicales Desatendidas (STAG-NTD, por sus siglas en inglés), subraya el compromiso de la OMS de ampliar los servicios de salud a las poblaciones más vulnerables del mundo.
La noma, una enfermedad gangrenosa grave de la boca y la cara, afecta principalmente a niños pequeños malnutridos (de entre dos y seis años) en regiones de pobreza extrema. Comienza como una inflamación de las encías que, si no se trata a tiempo, se extiende rápidamente y destruye los tejidos faciales y los huesos. Con frecuencia conduce a la muerte o, en el caso de los supervivientes, a una grave desfiguración.
Calcular con precisión el número de casos de noma es difícil debido a la rápida progresión de la enfermedad y al estigma asociado a ella, que determina en parte que muchos casos queden sin diagnosticar. Aunque los casos de noma se dan principalmente en el África subsahariana, se han notificado también algunos casos en América y Asia.
Las pruebas indican que la noma es causada por bacterias que se encuentran en la boca. Existen múltiples factores de riesgo asociados a esta enfermedad, como la mala higiene bucodental, la malnutrición, el debilitamiento del sistema inmunitario, las infecciones y la pobreza extrema. La noma no es contagiosa pero tiende a atacar cuando las defensas del cuerpo están bajas.
La detección temprana es esencial ya que la terapia es más eficaz en las primeras etapas de la enfermedad, cuando se produce la inflamación grave de las encías, lo que se conoce como gingivitis necrotizante aguda. El tratamiento consiste en antibióticos, asesoramiento y apoyo para la adopción de prácticas que mejoran la higiene bucodental, como el enjuague con desinfectante (se puede utilizar agua salada o clorhexidina), y suplementos nutricionales. Si se diagnostica durante las primeras etapas de la enfermedad, el tratamiento puede conseguir una cicatrización adecuada de la herida sin consecuencias a largo plazo. Ahora bien, en casos graves, puede ser necesaria una intervención quirúrgica. Es probable que los niños que sobreviven a la fase gangrenosa de la enfermedad sufran desfiguración facial grave, tengan dificultades para comer y hablar, se enfrenten a problemas de estigma social y aislamiento y necesiten cirugía reconstructiva.